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Entrevista ilustrada: Yvan Pommaux

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Yvan Pommaux nació en Vichy, Francia. Desde niño le gustaba ir al cine, jugar a rugby y, sobre todo, dibujar. Estudió Bellas Artes en Clairmont Ferrand y Bourgues. En 1972 decidió dedicarse a la creación de libros, y desde entonces ha publicado más de setenta títulos. Junto a su esposa Nicole, forma un tándem creativo en el cual él escribe (y dibuja), y ella se ocupa del color. Por Detective John Chatterton, obtuvo el Premio Alemán al Mejor Libro Infantil y el premio Max und Moritz en 1996. 
En esta ocasión, contesta con ilustraciones algunas de nuestras preguntas.


¿Qué sueñas?

«À une équation impossible»
"Con una ecuación imposible"


¿Qué profesión admiras?

« Les anciens métiers avec forges, feu, machines, pilons… les fondeurs de plaques d’égout…»
"Los antiguos oficios con forjas, fuego, máquinas, prensas... los fundidores de tapas de alcantarillas"


¿Qué te hace llorar?

«Que ces plaques soient des oeuvres d’Art»
"Que esas tapas de alcantarilla sean obras de arte"


¿Qué no te comerías jamás?

«Du cheval»
"Un caballo"


¿Cuáles son tus vacaciones ideales?

«Camping avec Nicole, je n'ai pas trouvé mieux»
"Acampar con Nicole, no hay nada mejor"


¿Qué te inspira?

«Les chats, les félins»
"Los gatos, los felinos"


Si fueras un personaje de ficción

«Le White Spirit n’était pas une essence pour laver les pinceaux! C’était moi!»
"¡El White Spirit no era un disolvente para lavar los pinceles! ¡Era yo!"


¿Ciudad o campo?

«Île»
"Isla"


¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

«Encrer»
"Entintar"


¿A dónde vamos cuando morimos?

«Encrer... jusqu'au monochrome noir»
"Entintar... hasta el monocromo negro"

Lo que cuentan las estatuas del mundo, un libro de La Plaga

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Lo que comenzó como un juego, imaginando qué historias podrían contar unas gárgolas medievales de Barcelona, fraguó en una serie de relatos donde las estatuas toman la palabra. Montse Ganges e Imapla (La plaga) nos cuentan aquí algunos secretos del proceso de elaboración de este libro fascinante: Lo que cuentan las estatuas del mundo. Un libro que entremezcla el plano de la ficción con el divulgativo y, como lectura escolar, ofrece infinitas posibilidades a la hora de plantear estrategias activas de aprendizaje.


La Plaga somos Imapla (ilustradora) y Montse Ganges (escritora). Trabajar en compañía es de lo más gratificante. Y divertido.

Creamos La Plaga para contar el mundo. Ni más ni menos. Escogemos del arte, la historia, la ciencia, la literatura contenidos que nos conmueven, que creemos que son imprescindibles, que nos hacen mejores, y buscamos el mejor formato para divulgarlos, combinando sin manías géneros y recursos. Nos gusta mezclar.

El origen del libroLo que cuentan las estatuas del mundo fue un juego. Empezamos haciendo hablar a las estatuas de nuestro barrio: Ciutat Vella, (Barcelona). 

Y de nuestro barrio al mundo. 

Seleccionamos siete estatuas de los cinco continentes. Cada estatua representa una época y una civilización, y a cada una atribuimos un género literario diferente. 

Decidimos dar a cada capítulo un doble tratamiento:

· Ficción histórica: un cuento ilustrado. Cada estatua narra un recuerdo, algo que presenció y que también es un buen reflejo de la civilización que la erigió.

· Apéndice informativo: una ficha explicativa, con información clara y directa sobre cada estatua y su contexto.











Trabajar a dúo implica compartir una serie de referentes que utilizamos para explicarnos la una a la otra, para avanzar en la misma dirección. Puede ser cualquier cosa: un recuerdo, un sabor, un edificio, una novela… Estos referentes acaban colándose de alguna manera en el resultado final, son los secretos, la trastienda de cada libro.

En el caso de Lo que cuentan las estatuas del mundo, esto es lo que ha quedado de nuestras conversaciones durante el proceso creativo: canciones, películas, algún personaje histórico y fútbol.

EnEl misterio de los elefantes de marfil, Molly Danaher debe su nombre a Molly Malone, la chica más popular de Dublín, con estatua y canción propias.


In Dublin's fair city
Where the girls are so pretty
I first set my eyes on sweet Molly Malone
As she wheeled her wheelbarrow
Through the streets broad and narrow
Crying "cockles and mussels, alive, alive, oh"
Alive, alive, oh



Su apellido lo tomamos de Mary Kate Danaher, la protagonista de la  película El hombre tranquilo (John Ford,1952). Y su aspecto se inspira en la amiga de Charlot en la película El Emigrante, (Charles Chaplin, 1917).



Danny Giggs, el amigo de Molly Danaher, debe su nombre a otra gran canción irlandesa: Danny Boy. 

Oh Danny boy the pipes the pipes are calling
From glen to glen and down the mountain side
The summer's gone and all the flowers dying
'Tis you 'tis you must go and I must bide
But come ye back when summer's in the meadow
Or when the valley's hushed and white with snow
'Tis I'll be here in sunshine or in shadow




Su apellido, por otra parte, lo tomamos del futbolista del Manchester United, Ryan Giggs.
A Danny siempre lo vimos igual que Vito Corleone cuando llega a América en El Padrino II (Francis Ford Coppola, 1974). 




Prudence Night, la enfermera ladrona, es la versión siniestra de Florence Nightingale (1820-1910, creadora la enfermería como profesión), con el aspecto de Mary Poppins.



En la historia de En un latido, Chac Mool comparte imagen y discurso final con el Replicante de Blade Runner (Ridley Scott, 1982).

Ko*T_Ri_Q, el robot piloto de El cazador de mundos, sería sin duda un buen amigo de HAL 9000, el ordenador de 2001: Odisea en el espacio (Stanley Kubrick, 1968).




En Cuando la luz se convirtió en fuego, la ira de Nebet es parecida a la de Carrie (Brian de Palma, 1976).






¡Feliz lectura! Que disfrutéis del libro y del mundo

Discusión literaria de "En un latido"

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La especialista en literatura infantil Alma Delia Sánchez Andrade diseñó y coordinó una discusión literaria con niños en un colegio de Tepic, estado Nayarit, México, sobre el cuento ‘En un latido' o 'La vida de Balam’ del libro Lo que cuentan las estatuas del mundo, escrito por Montse Ganges e ilustrado por Imapla.

Estos son algunos de los fragmentos de la discusión entre los niños de 11 y 12 años que leyeron la historia y compartieron sus impresiones.


ALMA: Les invito a que con toda libertad participen en esta discusión... ¿Qué les interesa comentar sobre el cuento 'En un latido'?

MARLED: A mí no me gusta la parte donde sacan los corazones. Bueno, sé que fueron los antepasados, pero no me gusta. Aunque tampoco me asusta leerlo en este cuento. ¡Auch! Usted preguntó sobre lo que nos gustó, y dije lo que no me gustó.

ROMINA: A mí tampoco me gusta que maten, pero no sé explicarlo; los sacrificios no me gustan, pero este cuento me gustó.

WENDY: Me gusta la historia porque cuenta cosas que sí son de nuestra historia. Como las pirámides y el juego de pelota y todo eso que sucedía en las tierras de los mayas. Además, al final te ilustra con la verdadera historia.

EMANUEL: Sí, pero no cuenta “la historia”, porque así no es la historia. Canek no murió sacrificado, él llegó a ser rey y se casó con la princesa Sac-Nicté, entonces no pudo morir como lo cuentan aquí.
«Me gusta la historia porque cuenta cosas que sí son de nuestra historia. Como las pirámides y el juego de pelota y todo eso que sucedía en las tierras de los mayas.»
ALMA: Veo que tienen referencias sobre los personajes. Una de mis preguntas era si conocían a los personajes o habían oído hablar de ellos... ¿Quieren agregar algo más sobre los personajes?

WENDY: De Balam no sabía de un personaje llamado así. De Canek, claro que sí, hemos oído y leído en los libros de la escuela. También conocemos a la figura del Chac Mool y todo sobre las pirámides.

EMANUEL: La pirámide de Kukulkán es más pequeña que la pirámide del Sol en Teotihuacán, y muchísimo más pequeña que la de Keops en Egipto...

FELIPE: Emanuel, eres un sabio de internet. ¡Pero esta no es clase de historia! Es lectura, y perdón si te incomoda mi comentario.

IYARI: A mí me gustó Canek, me parece que era muy poderoso y atleta y le salvó la vida a Balam.

WENDY: ¡No! Canek era malo, él nada más pensaba en él, utilizó a Balam para ganar el juego, le mintió. A mí no me gusta Canek, bueno no era tan malo... es que era él príncipe y pensaba en su pueblo porque creía que si ganaban seguiría apareciendo el sol.

ROMINA: Yo no entiendo por qué ponen en vasos los corazones...

ALMA: ¿Alguien desea responder a Romina?

FELIPE: No son vasos, son cuencos, vasijas. Donde colocaban los corazones de los que sacrificaban.

ROMINA: También dice vasos. No me imagino los corazones dentro de un vaso... Si te los imaginas, sientes como asco, ¿no?

JOANA: No te imagines un vaso de cristal, es piedra, un hueco que tiene entre las manos.

ALMA: ¿Habían oído hablar del Juego de Pelota?

FELIPE: Sí, es un juego prehispánico que era como una batalla porque se pagaba con la vida. Esta es una historia de guerra, por eso aparece el Templo de los Guerreros, y Chac Mool es un ídolo que estuvo en todos los templos donde hubo sacrificios.

EMANUEL: El juego de pelota es un ritual, se juega todavía en algunos lugares de México. Es el antecedente del fútbol.

JESÚS: No es así, el Juego de Pelota es parecido al voleibol porque la pelota no debe tocar el suelo. Por eso la mantienen en el aire con golpes de rodilla y cadera. La pelota es de caucho. No es como el fútbol porque en el fútbol la pelota rueda. A mí me gusta esta historia porque cuenta una historia sobre lo real.

IYARI: Sí, pero qué miedo perder, porque te mataban muy feo, arrancándote el corazón. Eso no lo entiendo... ¿Cómo sacaban el corazón latiendo?

FELIPE: Con una daga, te hacían así: (hace la señal de un tajo) metían la mano y sacaban el corazón dando el último latido... Bueno, es muy difícil de explicar el porqué. Los mayas pensaban que era para que los dioses estuvieran satisfechos. Dicen que les daban a beber algo para que... bueno, algo como anestesia, droga, qué sé yo... pero eso lo leí hace mucho.

WENDY: De eso trata este cuento. Del último latido, porque los corazones estaban latiendo en la mano del...  del que los sacrificaba. Me confunde esto un poco, ¿Por qué Chac Mool dijo que el corazón de Canek era oscuro y asustado?

JESÚS: Porque se decepcionó, era tan parecido a todos los corazones y además Chac Mool así se dio cuenta de que Canek tenía miedo y entonces se sintió bastante mal porque él pensaba que como era príncipe era muy diferente.

FERNANDO: En cambio el de Balam era muy valiente, prefirió morir a seguir siendo esclavo. También él dejó de creer en Canek.
«Sí, pero qué miedo perder, porque te mataban muy feo, arrancándote el corazón... eso no lo entiendo... ¿Cómo sacaban el corazón latiendo?.»
[…]

ALMA: ¿Mientras lo leían, imaginaron algunas cosas de lo que estaban leyendo?

FERNANDO: Yo imaginé la cancha del juego de pelota, redonda con gradas como para cinco mil personas.

FELIPE: Yo la imaginé ancha y larga, con polvo y los guerreros corriendo.

WENDY: Yo imaginé a Balam moreno, fuerte, con una trenza y adornos.

TEODOLFO: Yo imaginé un campo grande, mucho polvo y los gritos de la gente. Creo que se oían muchos gritos y tambores y sol con calor.

JESÚS: Eso fue lo que más me gustó. Imaginar a Canek y a Balam con sus tatuajes y sus protectores. Uno era la serpiente y el otro el jaguar, esa imagen está bien chida.

[…]

EMANUEL: Bueno, yo me imaginaba muy bien a Chichén Itza, porque conozco ese lugar. He estado en Yucatán con mi familia. El templo de los Guerreros está frente a la pirámide de Kukulkán... y sí, ahí está este Chac Mool del que cuentan aquí. Y sí, tiene la cabeza volteada, ve hacia el poniente donde cae el sol.

JOANA: Emanuel, eres como Canek. ¡Jajaja! Muy presumido de tooodo lo que sabes. Perdón, es que pareces profesor de historia.
«Yo imaginé a Balam moreno, fuerte, con una trenza y adornos.»
ALMA: Todas las intervenciones sin excepción son sumamente valiosas. Agradezco que sean atentos y participativos... ¿Les parece si comentamos sobre el final? ¿Qué les pareció?

WENDY: Es muy... muy.... Creo que se me van las palabras... quiero decir que me pareció como de película. Como poético y muy misterioso. ¡Eso! Misterioso.

[…]

ALMA: Quiero decirles que estoy realmente sorprendida por su excelente desempeño. Si pudieron observar, las personas adultas que estaban en otras áreas de la biblioteca, venían a escucharlos disertar. Los observé a todos ustedes muy atentos, con ideas muy claras, bien desarrolladas. Agradezco al profesor Manuel por su buena disposición y su valioso respaldo.





Participantes: alumnos del sexto grado de la primaria Francisco I. Madero.

Mediadora: Alma Delia Sánchez Andrade, es licenciada en Desarrollo Cultural, maestra en Literatura. Cursa el doctorado en Ciencias y humanidades para el desarrollo interdisciplinario, y el Máster en libros y literatura para niños y jóvenes. Es responsable de Extensión bibliotecaria de la Biblioteca Pública Central Estatal Everardo Peña Navarro.

Moderador: Manuel Femat Rodríguez es profesor en Educación Básica. Ha sido maestro de sexto grado durante 12 años en la escuela primaria Francisco I. Madero.

Lo que nos contaron las estatuas del mundo (y lo que les contamos nosotros)

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La maestra Mercedes Rubio Mendoza comparte con nosotros su experiencia en las actividades que organizó en torno al libro Lo que cuentan las estatuas del mundo para sus alumnos del IES Alfonso VIII de Cuenca, Castilla-La Mancha, España. Entre ellas, lectura del libro, creación de cuentos propios con las estatuas de su ciudad como protagonistas y, finalmente, la presentación de esos trabajos en una conversación con Montse Ganges e Imapla, autoras del libro.


Mis alumnos de 1º de ESO no habían leído nunca un libro como Lo que cuentan las estatuas del mundo. Estaban acostumbrados a leer cuentos o novelas de ficción y a realizar exámenes o fichas de lectura en los que se comprobase si habían leído y comprendido los libros y, a lo sumo, si les había gustado.

Trabajar con Lo que cuentan las estatuas del mundo de Montse Ganges e Imapla supuso un cambio en la comprensión lectora para muchos de ellos. En primer lugar, la mezcla de elementos ficcionales con texto informativo les sorprendió mucho. Acabábamos de trabajar con leyendas en la clase, pero estos textos eran otra cosa. ¿Los sucesos narrados en cada cuento eran reales o imaginarios? En clase de Geografía e Historia estaban estudiando las civilizaciones de la Antigüedad, así que pusieron en marcha algunas conexiones interdisciplinares, que dieron sentido a los contenidos de clase fuera del contexto del aula. Cuánto les gustó investigar sobre la historia y la ficción de cada relato.

Leyeron individualmente los cuentos en casa pero destinamos algunas sesiones para trabajar en grupo y hablar sobre los textos leídos. Fue una fantástica manera de comprender los relatos, gracias a las aportaciones de todos, y de conocer algunos aspectos desconocidos de la historia de la humanidad. Además, pudimos trabajar con distintas temáticas y géneros narrativos, pues cada relato era totalmente distinto al resto y había para todos los gustos.

En sesiones posteriores se dividió la clase por grupos para que cada uno eligiera un cuento según sus intereses, realizase un trabajo libre sobre el mismo y lo expusiese en el encuentro literario con las autoras.

Y entonces llegó el día. El salón de actos se había preparado para recibir a Montse e Imma con algunos de los trabajos. La mesa estaba dispuesta con ejemplares de distintas obras de La Plaga y presidida por una escultura de la Estatua de la Libertad que trajo una de las alumnas. Las presentadoras del evento, nerviosas, habían seleccionado su vestuario y esperaban a las autoras. A partir de ahí todo fue un encuentro entre amigos.


La Plaga nos habló de cómo se creó la obra y nos enseñó algunos elementos de inspiración de muy distinto tipo (su barrio, fragmentos de película, canciones, libros…) Fue realmente interesante todo lo que nos contaron. Además, los alumnos poco a poco cogieron confianza y se animaron a hacerles preguntas de todo tipo. Gracias al encuentro comprendieron cómo se trabaja en equipo en la realización de obras artísticas y cómo se completa su trabajo de creación hasta que la obra se convierte en libro.

Pero ahí no quedó la cosa. Los alumnos querían aportar su granito de arena, querían enseñar lo que habían trabajado: explicaron sus murales, representaron uno de los cuentos, leyeron unos cuentos inspirados en el libro y realizados por los alumnos sobre estatuas de nuestra ciudad, mostraron las esculturas de arcilla que habían hecho, entregaron chapas… Hubo hasta un concurso, primero con preguntas sobre la obra y las autoras y con su entrega de premios y, después, con preguntas a la escritora sobre la ilustradora y viceversa, en la que todos pudimos comprobar qué buen equipo hacen. 



La mañana se pasó volando pero el recuerdo del maravilloso encuentro permanece entre nosotros. Estas son algunas de las opiniones de mis alumnos con respecto a la lectura del libro y al encuentro con las autoras.

Carla: Me ha gustado bastante porque lo he disfrutado mucho, las autoras son muy amables y simpáticas y había buen ambiente. Además, me ha gustado hacer la cartulina para el trabajo.

Sara: Me ha gustado mucho la experiencia de leer Lo que cuentan las estatuas del mundo porque no es my normal encontrar libros así y luego tener la oportunidad de conocer a sus autoras y poder compartir nuestra opinión y preguntarles alguna duda o curiosidad.

Juanjo: Me ha gustado poder aprovechar y disfrutar de esta nueva oportunidad, tanto de leer un libro así de bueno, ya que hoy en día no quedan libros así, y poder conocer a la autora y además a la ilustradora y, sobre todo, preguntarles sobre en qué se han inspirado para escribirlo; dónde lo hicieron, etc.

Edgar: Me ha gustado mucho conocer a las autoras e un libro que en sí tiene muchas historias. El libro era espectacular, el cuento que más me gustó fue el de Chac Mool. Si pudieseis sacar un segundo volumen me lo compraría seguro nada más saliese. Muchas gracias por venir a vernos y gracias por mostrarnos el verdadero arte de la lectura y escritura.

Sofía: Me ha encantado la visita de las autoras porque pudimos compartir nuestras opiniones y les pudimos preguntar sobre el libro. El libro es precioso y ojalá saquen la segunda parte para poder disfrutarlo.

En mi instituto nos sentimos privilegiados por haber podido contar con la visita de La Plaga, no solo por todo lo que nos contaron sobre sus estatuas, sino por recibir tan de buen grado lo que querían contarles las nuestras. Aquel día todos fuimos lectores, escritores y artistas; todos tuvimos algo que contar.

Quiero expresar mi gratitud a Montse Ganges, Imapla, Ediciones Ekaré y al alumnado y profesorado del IES Alfonso VIII de Cuenca por esta maravillosa experiencia, totalmente recomendable para todos los centros educativos, que esperamos repetir el próximo curso con nuevos alumnos.

Trabajos hechos por los alumnos

¿Quién es el mejor animal del mundo?

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El camino del héroe, la curiosidad y la amistad son algunos de los temas que Abril Castillo -editora, escritora e ilustradora mexicana- desarrolla en su reseña sobre La Apuesta, la historia de Laia Jufresa que fue ilustrada por Cristina Sitja Rubio

Dicen que el viaje de un héroe suele tener una forma circular. El héroe sale de un lugar en busca de algo, pasa por diversas aventuras, consigue lo que buscaba y regresa. Y aunque regresa al mismo lugar del que partió, ya no es el mismo. El viaje lo ha cambiado.

En La Apuesta, Laia Jufresa retoma esta estructura clásica, reconocible en libros de caballerías y cuentos de hadas, para mezclarlo con elementos de la fábula, como son los protagonistas animales que reflexionan, experimentan y dan pruebas de valores y actitudes que son meramente humanas.
En esta historia un guepardo y un conejo son amigos. Tienen un pacto en el que Guepardo no se comerá a Conejo. Un día hacen una apuesta: ¿quién es el peor animal del mundo? Guepardo asegura que un elefante, porque puede aplastarte. Conejo, afirma que es el humano. En esta búsqueda de respuestas, emprenden un viaje para comprobar cada uno su hipótesis.



El trayecto es guiado por Guepardo, quien tiene la voz de narrador y da cuenta de sus ideas, emociones y percepciones de este viaje de iniciación al mundo humano. Como si de un descenso al infierno se tratara.

Los paisajes cálidos, llenos de tonos naranjas y amarillos cambian conforme se acercan a la aldea. De este modo, Cristina Sitja complejiza la paleta para dar vida al mundo civilizado.



No sorprende que el hombre haya querido controlar al fuego. Así, la noche no llega nunca en ese lugar habitado por humanos. La noche animal puede ser negra, gris o azul. La de los humanos palpita de vida y lucidez e inestabilidad. Una mezcla total de tonos y formas; así danzan ellos y todo lo que a través de ese pulso vemos tan pronto como cae la noche.



Cuando Guepardo pierde de vista a Conejo, decide adentrarse en una de las viviendas, mientras todos bailan afuera enmascarados. Nos encontramos frente a un escenario que resuena con ecos de Barba Azul de Charles Perrault: una curiosidad detonada en alguien a quien desde el principio se le advierte de un peligro, pero que hasta probar él mismo no dará marcha atrás. Es necesario ver y sentir con su propio cuerpo y mente para creer. Para aprender y conocer. La llave la ha robado él mismo con su curiosidad. Con no detenerse hasta llegar a ese otro lado. Con ese afán de tener la razón, de ganar la apuesta.

Así, ese encuentro que no debía haber ocurrido, tras las sermones de Conejo, empieza con un equívoco donde Guepardo cree ver a su familia, pero en su lugar se encuentra con pieles vacías, cuerpos inertes. Un espejo de sí mismo, una visión de su propio futuro, si no sale pronto de ahí.



Los humanos se percatan de la presencia del felino por el llanto de un niño. Guepardo, en un intento de escapar del ahora inminente peligro, se prende la cola con una llama cercana. En medio de la huida, con la cola de antorcha, arroja fuego a la inflamable aldea y quema todo a su paso.



Guepardo ha perdido la apuesta.

Vuelve a casa y se sorprende al encontrar a Conejo esperándolo al final de ese círculo perfecto que se traza en la trayectoria del relato y que los devuelve sanos a casa. Aunque ya no sean los mismos. ¿O será que en el mundo animal es posible no cambiar?

Conejo es pequeño pero encarna la agudeza mental. Guepardo es grande y fuerte, pero dulce y tierno. Conejo enseña a cada paso lo que es el mundo a su amigo Guepardo. Así empieza y termina la historia. Y aunque al regreso y fin de la apuesta Guepardo pierda y amenace a Conejo con comérselo (no le gusta perder), después de todo no lo hará. Es sólo que está hecho del color del fuego. Es también un ser inestable y libre. Por suerte, se le pasará.


Proceso de creación de "La apuesta"

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La apuesta es una historia que relata las aventuras de una amistad muy singular entre un guepardo y un conejo. Cristina Sitja Rubio, ilustradora venezolana, nos cuenta cómo fue la conjunción entre su trabajo de ilustración y el desarrollo del texto de Laia Jufresa, escritora mexicana.

Conocí a Laia Jufresa en la Feria del Libro Infantil y Juvenil de Bologna en el año 2014. Me gustaba su manera de narrar historias y le propuse hacer un álbum infantil, específicamente para Ekaré, ya que llevaba años queriendo hacer algo para ellos.

Entonces, le mandé a Laia una tira de dibujos que siempre hacía en búsqueda de personajes e historias sin pensar mucho, para ver si de ahí ella podía inventar una historia.



En junio nos vimos en Valladolid, en el marco de los talleres que organizaba Ilustratour en aquel entonces. Ahí pudimos conversar más sobre nuestras ideas.

A partir de esa tira, y después de nuestro encuentro en Valladolid, ella escribió una historia, que luego redujimos para que encajara mejor como álbum infantil. Laia tomó como protagonistas a un guepardo y a un conejo que salían en la tira. Luego de varios emails, le envié algunos bocetos de ideas para los personajes.



En 2015 cuando regresé a Bologna para la feria, se los mostré a Irene y Carmen Diana. Ya habíamos conversado sobre hacer pequeños ajustes en el texto y cambiar algunas cosas. En el texto original, Laia había escrito sobre un sueño, pero al final se eliminó. Aquí un extracto de un email que intercambiamos con las editoras:

Estas son las cosas que ustedes sugieren para el texto:
* Probar una versión en tercera persona, o bien dejar en primera y aumentar el diálogo entre Conejo y Guepardo.
* Que Guepardo llegue a interactuar con los humanos.
* Elaborar más el mito de los elefantes.
* Mencionar que el fuego no siempre es malo.
* Eliminar el sueño. (Buscar otra resolución).

En junio del 2015 ya tenía el primer storyboard después de las correcciones de texto de Laia. A partir de ahí comencé a pensar en los materiales y el estilo que deseaba para ilustrar la historia.



A finales de enero del 2016, decidí empezar a ilustrar el libro, ya que después de muchos emails, la historia parecía haber tomado forma.

Yo no hago dibujos a lápiz antes de hacer las ilustraciones finales, por esta razón Irene me preguntó si podía ilustrar en Barcelona, para reunirnos cada semana y que ella pudiese hacer seguimiento de mi progreso. Yo feliz de irme a pasar el invierno en Barcelona, así que me instalé allá un mes para ilustrar La apuesta.



Cada semana me reunía con Irene en Ekaré y ella me daba muy buenas sugerencias de cómo mejorar una imagen o encuadre.



También le mandaba imágenes a Laia para que me diera su opinión. Ella imaginó que yo haría algo más surreal y se sorprendió de que hiciera un guepardo algo realista. Decidí hacerlo así ya que la amistad de un conejo azul con un guepardo ya era algo bastante inusual, así que al final Laia estuvo de acuerdo con mi propuesta.

Una vez listo todo el proceso, en marzo del 2017 salió La apuesta, justo para la Feria del Libro de Bologna.



Meses después de la feria, Ricardo, de la librería Abracadabra, me invitó a exhibir los originales del libro. Además, incluí algunas figuras hechas con pasta de moldear y cerámicas. Para esa ocasión, Irene hizo la presentación del libro y conversamos un poco sobre el proceso.



Fue una experiencia muy linda y agradable trabajar con Irene, Carmen Diana y Pablo, lo volvería a hacer sin duda alguna. Siendo venezolana, para mí es muy emocionante tener un libro con Ekaré. Me llena de ilusión estar en el catálogo de la editorial infantil y juvenil venezolana con más trayectoria en Latinoamérica.

Entrevista ilustrada: Cristina Sitja Rubio

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Cristina Sitja Rubio creció en el verde de Caracas, Venezuela, y actualmente vive entre Berlín y Barcelona, con otras sigilosas paradas por el mundo. Estudió en la Universidad de Concordia, en Montreal, e hizo su maestría en el Instituto de Arte de San Francisco, California. Además, de ilustrar, se dedica a la cerámica y el grabado. La apuesta es su primer libro en Ekaré. En esta ocasión, compartimos con ustedes una entrevista ilustrada a Cristina. ¡Vean y disfruten!








Entrevista ilustrada: Manuel Marsol

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Manuel Marsol nació en Madrid, en 1984. Es licenciado en Comunicación Audiovisual, Relaciones Públicas y Publicidad. Ha sido seleccionado en dos ocasiones (2014-2015) para exhibir su obra en la Feria Internacional del Libro de Bologna, Italia. En 2014, es galardonado con el premio del Catálogo Iberoamericano de Ilustración. Para Ekaré ha ilustrado El gato de Brasil, título que pertenece a la serie Amor y susto. En esta ocasión, compartimos con ustedes una entrevista ilustrada a Manuel. ¡Vean y disfruten!

¿Qué sueñas?


¿De dónde venimos?


¿A qué le tienes miedo?


Si fueras un personaje de ficción, ¿cuál serías?

¿Qué te inspira?

¿Ciudad o campo?

¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?

¿Qué te hace reír?

¿Qué te hace llorar?



Entrevista Ilustrada: Eva Sánchez

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Eva Sánchez nació en Puigcerdà, Girona, en 1986. Estudió Bellas Artes en la Universidad de Barcelona e Ilustración en la Escola de la Dona. Su obra reúne una veintena de libros y álbumes, publicados por diversas editoriales de Europa y Latinoamérica. En 2015 fue seleccionada en el Catálogo Iberoamericano de Ilustración SM y 2016 recibió el CCEI Illustration Award. La Mujer tatuada y otros cuentos de amor es su primer libro en Ediciones Ekaré. En esta ocasión, responde con ilustraciones algunas de nuestras preguntas. ¡Vean y disfruten!


¿Qué sueñas?

¿Qué profesión admiras?

¿A qué le tienes miedo?

¿Qué cosa no te comerías nunca?

¿Cómo es el futuro? 

¿A dónde vamos cuando morimos?

¿De dónde venimos?

¿Las vacaciones ideales dónde son?

¿Ciudad o campo?

¿Qué te inspira?


 ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?


    Entrevista ilustrada: Lucia Sforza

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    Lucia Sforza estudió Bellas artes en Roma. Ha ilustrado numerosos libros, labor que compagina con la docencia, en cursos y talleres de dibujo, ilustración y grabado. Eros y Psique / Bella y la Bestia de la colección Amor y susto es su primer libro publicado en Ediciones Ekaré. En esta ocasión, compartimos con ustedes una entrevista ilustrada que le hicimos a Lucia. ¡Vean y disfruten!


    ¿Qué sueñas?



    ¿A qué le tienes miedo?



    ¿Cómo es el futuro? 



    ¿De dónde venimos? 



    ¿A dónde vamos cuando morimos? 



    ¿Qué te gusta hacer
    en tu tiempo libre? 



    ¿Ciudad o campo? 



    ¿Qué te inspira? 



    Si fueras un personaje de ficción,
    cuál serías 



    ¿Qué es lo que más te gusta
    de tu trabajo?




    Entrevista ilustrada: Ramón París

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    Ramón París nació en Venezuela y vive actualmente en Barcelona. Estudió comunicación social pero se dedica plenamente a la ilustración y animación. Su estilo, más gráfico que narrativo, ofrece resultados sorprendentes; sus imágenes tienen humor y originalidad. Ha ilustrado Un abuelo, sí, Un perro en casa, Estaba la rana y Duermevela. En esta ocasión, compartimos con ustedes una entrevista ilustrada a Ramón. ¡Vean y disfruten!





    ¿Qué sueñas?

    ¿Qué profesión admiras?



    ¿A qué le tienes miedo?



    ¿Qué te hace reír?



    ¿Qué te hace llorar?


    ¿Qué cosa no te comerías nunca?



    ¿Cómo es el futuro?



    ¿A dónde vamos cuando morimos?




    ¿De dónde venimos?




    ¿Las vacaciones ideales dónde son?




    ¿Qué te inspira?



     ¿Quién es tu mejor amigo?



    Si fueras un personaje de ficción, ¿cuál serías?



    ¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?




    ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre? 






    Una tarde para recordar: 40 años de Ediciones Ekaré entre la palabra y la imagen

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    Las tardes de Altamira son ya una tradición en la sede de Ediciones Ekaré de Barcelona. Gracias a las redes sociales nos han podido acompañar en estos encuentros amigos de diversas latitudes. En agosto de 2018 Ediciones Ekaré cumplió 40 años publicando libros. La cuenta comenzó a correr en 1978 a partir del lanzamiento de “El Rabipelado Burlado”, el primer título de la editorial. En el marco de este aniversario quisimos reunirnos en las tardes de Altamira a “echar cuentos” y rescatar la importancia del trabajo en equipo que caracteriza a la editorial rememorando la historia de Ekaré desde la mirada de sus fundadoras. Así Cristina Correro conversa con Carmen Diana Dearden y Monika Doppert, mientras Verónica Uribe participa desde Chile con sentidas palabras.




    TRES FRASES IMPERDIBLES 


    «Cuando publicamos nuestros primeros libros nunca pensé que llegaríamos a cumplir 40 años en este oficio. Y henos aquí como siempre con los mismos titubeos, las mismas dudas, las mismas ilusiones y el mismo contentamiento al ver cómo avanza un nuevo libro, el próximo proyecto. Aunque hayamos editado más de 400 títulos, cada libro continúa siendo el primero».
    Verónica Uribe, Fundadora y editora, actual Presidenta de Ekaré Sur

    «Todo estaba penetrado por imágenes de las comiquitas norteamericanas. No se encontraba una cara venezolana en ningún lado. Era importante dejar de ver hacia fuera, hacia las imágenes que venían de afuera que no tenían nada que ver con uno, y mirar qué es lo que tengo aquí alrededor, quién soy yo, ese era un trabajo básico para iniciar una producción propia de libros infantiles».
    Monika Doppert, Ilustradora y primera Directora de arte cuando se fundó Ediciones Ekaré en Venezuela y América Latina []

    «Con el paso de los años [] no se deja de ser fiel a la línea editorial, lo que creo es que se establece un cambio, sobre todo si estás en países tan distintos como aquellos en los que está Ekaré. Se tiene que dar el cambio por la cultura de cada uno de esos países. Es un proceso complejo y a la vez muy hermoso [...]»
    Carmen Diana Dearden, Fundadora y editora, actual Presidenta de Ekaré 

    Tradición y sabiduría: Una mirada a la cultura ye'kuana

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    En esta oportunidad, Ocarina Castillo D'Imperio, antropóloga, profesora titular de la Universidad Central de Venezuela, investigadora y docente en temas históricos, culturales y gastronómicos, nos lleva a conocer un poco sobre la cultura ye'kuana, etnia en la que se inspira nuestra Serie Kanwa. Un texto que nos acerca, en tono familiar, a la sabiduría y tradición de esta cultura. 


    Juan Andrés casi tiene cinco años. Hijo de padres venezolanos, vive en Brickel (Florida). Con ojos de pura emoción me dice, “Abue, ¡ahora leamos Búscame!” y comienza el juego de encontrar a todos los animalitos en ese despliegue de dibujos y colores que aparece en cada página. Pero esta no es cualquier aventura, se trata de encontrar al jaguar, o la iguana, al tapir o el armadillo, esos animales propios del Amazonas que gracias a la cultura ye’kuana y a Ana Palmero Cáceres hoy pueden deleitar a nuestros niños en cualquier parte del mundo.



    No es fácil conocer a los ye’kuanas, como no lo es familiarizarnos con las etnias que componen nuestra heterogénea población originaria. Son muchos años de distancia y silencio que se interponen entre ellos y nuestros niños, eventualmente interrumpidos por las fotografías maravillosas de Thea Segall y Bárbara Brändli, o por libros que nos ofrecen recopilación de mitos, cuentos y leyendas, o exposiciones etnográficas en las que algunos museos o galerías muestran su vida cotidiana, su cestería o el proceso siempre mágico, de convertir la yuca amarga y venenosa en el más noble pan: el casabe.

    Área aproximada del territorio Maquiritare (ye'kuana). Mapa por Rafael Santana  |  Fotografía de María Alexandra Ocque

    Durante años conocimos a esta etnia con el nombre de “Maquiritares”, la designación de “ye’kuanas” en lengua de origen Caribe, quiere decir gente de curiara, quienes habitan parte de los estados Amazonas y Bolívar donde, se dice, existen alrededor de 48 comunidades. Viven en la selva en una relación íntima con la naturaleza: con sus potencialidades, riesgos, secretos. En sus comunidades cuidan el respeto a los ancianos, fuente de la memoria y la sabiduría. Cultivan sus tradiciones y mitologías, al recrear su canto ‘Watunna’ y reencontrar en cada nuevo día el sentido de la vida de acuerdo a sus principios ancestrales y a su complejo sistema de creencias.

    Conocen la naturaleza, los ríos, las plantas, los animales, las piedras. El ciclo de rozar, sembrar, cuidar, abandonar, reponer, de acuerdo a la antigua tecnología del conuco que les ofrece cultivos mixtos para su subsistencia, yuca, plátanos, maíz, piña y otras frutas. Recolectan frutos y miel, cazan aves y otros tipos de animales, como danta, lapa, báquiro, chigüire, reptiles, entre otros, y pescan utilizando arco, flecha y cerbatana, redes y una técnica muy antigua que se llama ‘barbasco’. Conocen muy bien las palmeras propias de su ambiente, de algunas de ellas utilizan los frutos y tallos en la alimentación, pero de todas aprovechan las fibras para confeccionar su hermosísima artesanía. Conocen los secretos de las plantas medicinales, buenas para el cuerpo y para el alma y son hábiles navegantes y excelentes constructores de curiaras.

    Fotografías de Thea Segall
    Viven en poblados pequeños y en casas comunales de forma redonda y techo de palma llamadas ‘Ette’, que en su forma y simbología recuerdan el árbol de la vida. En el calor de la intimidad se con-vive, se protege a las familias, se socializa con los hijos, se cocina y come, se juega, se canta y se hace música con flautas, caracoles, pitos y tambores. En la vida cotidiana, las mujeres se ocupan de los conucos, la cosecha, el acarreo de los frutos, la cocina, el hilado, la elaboración de textiles y la atención a los niños; mientras que los hombres se dedican a la caza, pesca, construcción de curiaras, viviendas y objetos ceremoniales.

    La cultura ye’kuana está marcada por la existencia de entrañables vínculos entre lo sagrado y lo profano, la realidad y el mito, que, aún en la actualidad, se expresan en todos los órdenes de la vida y muy especialmente en la cestería, que constituye su forma artística más identitaria y acabada. De allí que la elaboración del casabe, pan ancestral de nuestras comunidades amazónicas, no reúne solamente una serie de pasos tecnológicos, sino que encierra una secuencia ritual, según la cual hay papeles claramente especificados. De esta forma, las cestas que se utilizan para la elaboración del casabe son tejidas por los hombres, quienes desde muy temprana edad son formados para tal oficio.

    Fotos tomadas del artículo de Charles Brewer Carías para la Fundación Cisneros   |  El Casabe, Thea Segall 
    Las cestas ye’kuanas exhiben diferentes diseños que expresan las historias y personajes propios de su cosmovisión a través de tejidos bicolores y multicolores, que pueden ser figurativos como la anaconda, el picure, el báquiro, las ranas, el jaguar o la tortuga, o motivos geométricos que se repiten, jugando con colores como el rojo, negro y la fibra natural.

    De allí la pasión y la búsqueda de Ana Palmero Cáceres, quien es sus tres libros “Cuéntame”, “Opuestos” y “Búscame”, nos confiesa que cuando vio por primera vez las cestas, pensó en hacer algún juego con esos dibujos, con sus animales geometrizados. Sus álbumes nos invitan a acercarnos a mitos y animales sagrados, a jugar con personajes de la selva y del sueño como la culebra de agua, el mono, el jaguar o las ranas. A comprender a través de formas y colores la recreación de la vida, con sus opuestos y diferencias.

    Vamos Juan Andrés … “Busquemos, ¿donde se metió el tapir?”




    Ocarina Castillo D’Imperio Septiembre 2018



    Serie Kanwa: Referencias gráficas y conceptuales

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    Una serie que invita al juego a partir de la ingeniosa reinterpretación de los patrones geométricos presentes en la cestería de la etnia ye'kuana, habitantes del corazón de la selva amazónica. Ana Palmero Cáceres, creadora de la serie Kanwa, habla sobre las referencias que utilizó para desarrollar los tres libros que la conforman: Cuéntame del 1 al 10Búscame y Opuestos.





    Comencemos por su nombre: la editora de esta serie, María Francisca Mayobre, estuvo tanteando posibilidades con palabras de la etnia ye'kuana: ku-diada (curiara), wadenga (palabra), tlkáhede (tejer), tuna (una de las formas de decir agua), wesykitoho (juguete). Finalmente nos quedamos con kanwa, que significa cesta y encajaba perfecto con la propuesta editorial.




    Los ye’kuana es una comunidad indígena que habita a las orillas y los márgenes de una serie de ríos tributarios del Orinoco, que abarcan unos 30.000 kilómetros cuadrados del territorio venezolano entre los estados Bolívar y Amazonas. Este pueblo se llama a sí mismo ye’kuana, que significa “gente de curiara”, de ye, “madera”, cu, “agua”, y ana, “gente”, aunque también se les conoce como maquiritare, de’cuana, mainongkong o mayongong. Los ríos son los que configuran y moldean su cultura y su economía. Su talento para la navegación les permitió establecerse en un amplio territorio fluvial. 


    Para los ye’kuana la cultura material está estrechamente vinculada a la vida sagrada. Los utensilios que usan para la navegación, la caza y la pesca, la agricultura o los rituales, también son expresión de su compleja organización social y espiritual.



    Pongamos por ejemplo, la construcción de la casa comunal, llamada atta, tiene un significado sagrado. Los atta son circulares y de techo cónico y, vistos a la distancia, parecen una gran cesta cubierta de hojas de palma tejidas. Edificar un atta equivale simbólicamente a volver a crear la gran casa cósmica, como lo hizo el creador, llamado Wanadi


    Los ye’kuanas son excelentes tejedores de cestas. Las guapas son cestas que se fabrican, como el atta, desde el centro hacia los bordes. Los diseños varían según el tejedor, pero siempre se caracterizan por una geometría compleja. El color en la guapa es igualmente simbólico, y yuxtapone el rojo y el negro combinados con los tonos de la fibra natural. Esto crea un efecto de cierto cinetismo policromo. Destacan la claridad y equilibrio de sus composiciones, y la simplicidad y precisión en el tratamiento de los motivos. Esto contribuye al proceso de sintetización de lo visible.


    Algunos motivos representan animales sagrados como la anaconda, el mono, los picures, los báquiros o la rana, que aparecen como personajes en sus mitos.


    Los ye’kuanas han comerciado con sus cestas desde el siglo XVIII. Hoy en día venden y distribuyen directamente sus propios productos. La diversidad de los tejidos en fibras vegetales alcanza su mayor 
    expresión técnica, estética y simbólica en la confección de cestas, actividad de gran importancia en el contexto sociocultural ye’kuana. 

    El hilado y la textilería son tareas femeninas y el tejido de cestas, salvo las wuwas, es una actividad masculina. Los niños aprenden a tejer observando a los mayores.



    Mientras revisábamos la colección de arte indígena de la Fundación Cisneros durante la investigación, hicimos una selección de grafismos, algunos quedaron tal cual los realizaban los ye'kuana y en otros casos se tomaron licencias y se reinterpretaron. 






    Una mirada particular a partir de la cestería ye’kuana

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    Ana Palmero Cáceres, autora de los libros de la serie Kanwa, nos cuenta cómo el acercamiento a la cultura ye’kuana –sus cestas y su mundo en la selva amazónica– le abrió la mirada hacia un mundo insondable que la ha llevado a emprender nuevos caminos.

    El mundo de los ye’kuana se me abrió tras la primera aproximación que María Francisca Mayobre (editora del proyecto) y yo tuvimos al adentrarnos en la cultura de esta etnia y específicamente de su cestería. Las complejas geometrías de sus tejidos despertaron en mí un afán por reinterpretar a través de mi propio lenguaje, como diseñadora e ilustradora, sus diseños y adaptarlos a una serie de libros que fueron “apareciendo” mientras el proyecto se iba desarrollando.

    Primero fue Cuéntame del 1 al 10, después, casi sin pensarlo, Búscame y Opuestos, los tres libros que conforman la serie Kanwa.
    Realizar estos libros fue un proceso de ensayo y error. En el camino fueron quedando algunas ideas iniciales y otras las fui transformando. Por ejemplo, algunos de los animales del imaginario de la cestería ye’kuana no llegaron a formar parte de estos tres libros. Los colores también cambiaron a lo largo del proceso. Hice muchas pruebas, muchas de ellas fallidas hasta encontrar el registro ideal.

    La tortuga, el venado y el ciempiés fueron tres de los animales que no incluí en los libros
    porque no me parecía que funcionaban bien de forma autónoma.

    Cuéntame y Opuestos tuvieron muchas versiones que fueron quedando por el camino.

    Dos ejemplos de los mismos conceptos del libro Opuestos tratados de forma diferente en cada una de las versiones.
    Las de la derecha son las que aparecen en el libro publicado.

    El tema de los colores fue bastante complejo y controversial. Quería trabajar con tonos brillantes como el amarillo y el magenta, pero después de darle muchas vueltas, pensé que las tonalidades de los libros debían mantener una conexión cromática con el mundo de la etnia ye’kuana, así que utilizamos colores afines a su paisaje y cultura: el rojo y el marrón de sus cestas, el verde por el hábitat que los rodea y el azul por el cielo y el agua de los ríos que navegan.

    Versión de colores brillantes | Versión final

    A la hora de imprimir, el papel kraft fue la primera escogencia porque su textura y color refería más a las materias terrosas y orgánicas tan propias del mundo de los ye’kuana, pero las pruebas de imprenta no fueron las esperadas porque los colores se desvirtuaban mucho del tono puro que se quería. Finalmente optamos por simular el aspecto del kraft sobre un papel de similar textura para mantener esa sensación orgánica que buscábamos.

    Primeras pruebas de impresión sobre papel kraft.

    Si hay algo que descubrí con todo el proceso de investigación y edición de la serie Kanwa es que tejer una cesta y dibujar sus patrones geométricos es un arte de gran complejidad que merece respeto y admiración. Quise trasmitir esto a niños, jóvenes y adultos convocándolos a diversas actividades donde tuvieran que aproximarse a la labor y al arte de un tejedor, en este caso del tejedor ye’kuana. Ha sido muy interesante ver como las personas se relacionan con una cultura ajena y aparentemente remota al tomar contacto con uno de sus oficios tradicionales.



    La investigación realizada en torno a estos libros me ha llevado a realizar un proceso muy personal a través de la técnica del grabado. Para ello me he inspirado en sus retículas abstractas y grafismos, volviendo a interpretar sus formas y adaptándolas a un nuevo lenguaje. Es un camino que todavía transito y que sigo explorando.



    “Ahora voy a tejer el tejido de mi vida”
    Canto kogi




    Las visitas de Nani: Una carta de amor a una abuela y a una cultura

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    En noviembre de 2018 presentamos en la librería Panta Rhei de Madrid el primer libro de Karishma Chugani Noankani con Ekaré: Las visitas de Nani. Para esta ocación contamos con las palabras de Ellen Duthie y Raquel Martínez Uña, ambas especialistas en LIJ y fundadoras de la editorial de filosofía visual para niños Wonder Ponder. Compartimos con ustedes parte de lo que fue este encuentro lleno de anécdotas, abuelas y cardamomo. 

    —Ellen Duthie

    Es un gusto enorme y un honor presentar este libro de Karishma, que tanto Raquel como yo, como muchas de las personas que estamos aquí hoy, hemos visto crecer desde su primera semilla allá por 2012 hasta su forma actual: un libro deliciosa y cariñosamente editado que da gusto leer, tocar y mirar. 

    No se sabía en 2012, con ese ejercicio de hacer una receta ilustrada con la que empezó todo, no se sabía exactamente en qué se iba a convertir. Se sabía que iba a ser la historia de Nani, de la abuela de Karishma. Pero todo lo demás estaba bastante en el aire. Qué contar, qué no contar, cómo contarlo, en qué centrarse, cómo organizar la información, cómo emprender la investigación; cómo darse permiso, como dice Karishma, para contar una historia con protagonistas vivos susceptibles de incomodarse, por ejemplo. 

    Cómo darse permiso, también, imagino, para contar una historia Sindhi, cuando Karishma era ya muchas otras cosas también aparte de Sindhi. 



    Y 6 años más tarde, ¿qué tenemos? 

    Tenemos un libro de investigación. 

    Un episodio de historia del siglo XX. 

    Una biografía de una abuela. 

    Un ensayo de cómo mirar a una abuela. A cualquiera, a la tuya, a la mía también. 

    Un relato autobiográfico en búsqueda de una mayor comprensión de una identidad propia. 

    Un libro de recetas. 

    Una carta de amor a una abuela y a una cultura. 

    Un libro de mitología hinduista. 

    Un libro de yoga. 

    Un libro que explora las fronteras entre la ficción y la no ficción y que abraza la necesidad de la ficción en la no ficción pero al mismo tiempo aplica el rigor de la investigación de una no ficción seriamente construida. 

    A mí una de las cosas que más interesante me parece de este libro es el punto de vista. 

    Desde el título se nos sitúa en ese punto de vista narrativo. Es un libro sobre Nani, pero es un libro contado desde el punto de vista de otra persona, a la que visita. Y el libro también nos cuenta mucho sobre esa otra persona, la primera, que nos lo cuenta y que nos presta sus ojos, sus oídos y sus recuerdos. 


    Es una reconstrucción a partir de la evidencia de que en ningún momento pretende ser la reconstrucción de los hechos, sino muy marcadamente una reconstrucción de una mujer, de una presencia, por parte de otra mujer: su nieta, Karishma. Pero el enfoque de esa reconstrucción particular es riguroso. Pregunta a los primos si ellos recuerdan lo mismo, qué recuerdan ellos. Toma notas de lo que cuenta la propia Nani, su madre, sus tías. Pero nos advierte: “Esta es mi versión de la vida de Nani”. 

    “Esta es mi Nani y yo soy su Karish.” Son las primeras palabras de Las visitas de Nani. 

    La tercera persona y la primera persona aparecen de la mano. Y ese punto de vista durante todo el libro nos da al mismo tiempo una cercanía y una lejanía que, creo, es uno de los aciertos de cómo abordó Karishma la narración en este libro. 

    El resultado es una combinación extraña, poderosa, algo hipnótica también, de la tradición oral y de la primera persona. 

    El relato oral, transmitido de generación en generación se nos narra no como algo que contó una vez una tatarabuela a una bisabuela, sino como algo que le contaron a Karishma, y ella nos lo cuenta a los lectores, “tal y como fue”. La mitología se incorpora en la cotidianeidad también, se cuela en las páginas y cobra vida, no como leyendas y mitos, sino como algo que está ahí. Algo que forma parte de la vida que nos están contando. 

    En la página 22 del libro, dice Karishma: “Mientras crecían, Nani les fue transmitiendo a sus hijos sus orígenes Sindhis a través de mantras, historias, música y, también, a través de su cocina.” Y eso es justo lo que nos regala Karishma a los lectores. Un relato de la cultura Sindhi a través de mantras, historias, música y cocina. 

    Y nos contagia una morriña de un sitio que no conocemos. Consigue que, tras leerlo, tengamos morriña de Nani, que es una persona, pero también un sentido del lugar, unas raíces, unos aromas, una tradición que se puede llevar y materializar a partir de una maleta. 

    Al final del libro, Karishma se ha convertido en nuestra Nani. 



    —Raquel Martínez Uña

    Nani es una historia de mujeres. Habla de las cocinas, de los sofás abarrotados de primos, de las tardes al sol en la piscina y el interior de una maleta, de espacios que tradicionalmente no se han considerado universales, dignos de la gran literatura, sino propios de la intimidad y lo anecdóticamente cotidiano, interesante solo para quien tuviera cerca esas circunstancias en particular. Y sin embargo, como decía Ellen, Las visitas de Nani logra hacerte partícipe de una vivencia del exilio y la añoranza que para mí es profundamente universal. 

    Yo me voy a centrar en el estilo visual de Las visitas de Nani, un libro para leer con lupa y no solo una vez. 

    El estilo de Karishma se acerca al de la miniatura, pero además, dentro de la miniatura, cada momento, cada detalle, ofrece infinitas lecturas. Por ejemplo, os invito a leer el libro mirando únicamente los árboles. O los vestidos, o fijándoos solo en los dioses que se pasean por las páginas, como si fuera el Mahabaratha, o leerlo incluso por colores: pasar las páginas y seguir el rojo con la vista. 



    Cuando estábamos pensando conjuntamente en el libro, Ellen sugirió que, paralelamente a la historia de exilio de Nani, Karishma, como ilustradora de origen indio en el exilio, tal vez también había tenido que encontrar su “estilo” indio, su identidad visual india, pasando por todas las otras identidades con las que ha convivido a lo largo de su aventurera vida. Karishma cuenta que Nani fue muy flexible en la incorporación de las tradiciones culturales de Sind. Fueron su forma de mantenerse unida a sí misma en este viaje incansable que fue su vida, y de mantener unida a una familia dispersa en un mundo cambiante. Convocaba todas estas tradiciones con alegría y espíritu de celebración. 



    Por eso, la Nani que nos cuenta Karishma elige todos aquellos rituales que celebran la vida, que la amplían, más que aquellos que la limitan o coartan. Y llevando el paralelismo entre abuela y nieta al estilo visual, me atrevo a decir lo siguiente: igual que la Nani de Karishma escoge con mucha libertad las tradiciones, rituales y normas de su cultura para darles un nuevo sentido en su nueva realidad, Karishma toma con flexibilidad y alegría el estilo de las miniaturas indias, pero también la tradición persa, presente en Sind, la tradición de los adornos musulmanes, las exploraciones de los artistas naifs occidentales, la levedad de trazo de muchos cómics. Convoca todo aquello que le viene bien para narrar esta biografía, autobiografía, ¿existe familiografía? o incluso road movie con un estilo entre minuciosamente documental y también detallista y fantasioso. 



    Yo tenía que hablar de la vista, de las imágenes, pero inevitablemente las imágenes me llevan a hablar también del olfato. Este libro huele, no solo por la preciosa edición que le han hecho en Ekaré y los hilos de colores que parecen caramelos, sino por la paleta de colores que ha empleado Karishma y que me lleva a mercados en los que jamás he puesto un pie, a casas en las que entras y te recibe una nube de aromas entremezclados que se te archivan en esa parte reptiliana del cerebro bajo la etiqueta de “pero qué a gustito”, a rincones de la despensa donde se almacena la posibilidad de unas recetas milenarias. 

    Quiero acabar leyendo un texto, que pertenece a varias de las recetas del libro. Ojo, que es muy breve e igual se nos escapa:
    5 cardamomos verdes 
    molidos con su vaina 
    y pasados por un colador 


    ¿No se os acaba de llenar la nariz de cardamomo? 


    Las visitas de Nani: ¿ha llegado un extraño?

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    ¿Cómo sabe un editor si un libro pertenece o no a su catálogo? ¿Es este último una estructura inamovible o, por el contrario, se trata de un cuerpo vivo y orgánico que crece y se reinventa? Cecilia Silva-Díaz, editora de Ekaré, docente, investigadora y coordinadora del Máster en Libros y Literatura para Niños y Jóvenes de la UAB; nos habla de cómo una historia puede ser el reflejo de la vida y dinamismo del catálogo de una editorial.

    Las visitas de Nani es la historia de una familia sindh procedente de una zona de la India que hoy pertenece a Pakistán. La convulsión política y económica que condujo a la separación de los dos países obligó a los abuelos a migrar. Con los años, la familia acaba dispersa en lugares muy distantes: Casablanca en Marruecos, Accra en Ghana, Demarest y Los Ángeles en EEUU, Madrid, Pune en India… En cada una de sus visitas a los hijos y nietos, Nani, la abuela viajera, se las ingenia para transmitir los rituales, historias, recetas y rutinas propias de su cultura de origen.

    Karishma Chugani va desplegando la saga familiar, valiéndose de texto y cautivadoras miniaturas que iluminan y expanden la narración. Es una historia del ámbito doméstico, pero está cargada de referencias culturales. De manera que a las celebraciones, recetas, mantras, historias de dioses, fechas patrias, y trajes, propios del hinduismo sindh; se suman rituales musulmanes, figuras y telas africanas y elementos de la cultura pop como Los Beatles, Jurassic Park o el Ipad. 

    Los lectores están invitados a entrar en el espacio íntimo en el que transcurre la vida familiar, con las tristezas y las risas; los nacimientos y las partidas. El resultado es un libro festivo, discreto, colorido y también exótico (por lo menos, para muchos de sus lectores). También es un libro auténtico. 

    Esta autenticidad la percibí desde el primer momento, cuando Karishma y yo nos reunimos por primera vez con un chai (té especiado) entre las manos y muchas páginas de bocetos, dibujos, anotaciones y preciosas miniaturas de las que solo podía desviar la mirada atraída por el aroma a galletas y especias que despedían “Las famosas Nankathais de Nani” (las recetas del chai y las galletas están en el libro). Es un libro que nace del amor y esconde el gesto que lo agradece.

    En Ekaré, nos encantaba el proyecto, pero tuvimos muchas dudas sobre si debíamos publicarlo. Nunca habíamos hecho un libro así, y, sobre todo: ¿cómo podía una editorial que había nacido con el ánimo de hacer libros latinoamericanos incorporar al catálogo una historia sindh, que percibíamos como exótica? ¿por qué publicar un libro tan particular y, en apariencia ajeno, como Las visitas de Nani?


    Voy a intentar dar respuesta a estas preguntas. 

    Un amigo lector dice que, así como los escritores de ficción están obsesionados con el narrador, los editores lo están con el catálogo. Estoy de acuerdo. Los editores piensan constantemente en su catálogo, lo contemplan e imaginan cómo hacerlo crecer. Un catálogo es el medio por el cual se expresa un editor. Por eso, cuando llega una propuesta, no solo toca valorarla en sí misma, también hay que preguntarse si es o no adecuada dentro del catálogo. Algunos títulos se ajustan al catálogo como el zapato de Cenicienta. Otros, encajan un poco menos: tienen salientes, protuberancias, que sobresalen del conjunto. Pueden llegar a ser ese rasgo distintivo en una anatomía sin sorpresas, como lo es una nariz grande en un rostro armónico. Crear un catálogo es crear un cuerpo coherente, con sus miembros, extremidades y rasgos particulares, pero un cuerpo natural, que crece orgánicamente; nunca algo monstruoso, nunca un encorsetado frankestein. 

    Preguntarnos sobre cómo encajaba Las visitas de Nani en el catálogo nos ha hecho pensar sobre el recorrido de Ediciones Ekaré. Sin abandonar la vocación latinoamericana y las raíces venezolanas, la editorial ha ido cambiando debido a su propio recorrido. Por motivos políticos y logísticos, parte de la actividad central en Caracas, ha tenido que mudarse a Barcelona. Somos una editorial latinoamericana que, como Nani, trajimos en nuestras maletas un catálogo que reflejaba nuestra cultura de origen, un catálogo que sigue vivo y creciendo y que continúa empeñado en la transmisión cultural de nuestra y de todas las culturas particulares. Con el tiempo hemos ido incorporando autores y asimilando rasgos culturales del entorno. Somos una editorial barcelonesa, una editorial española, somos una editorial de inmigrantes y seguimos siendo una editorial caraqueña, venezolana, latinoamericana.

    En un plano más personal, la historia y la familia de Nani, no son muy diferentes a la historia de mi familia dispersa por el mundo. Nani me recuerda a mi abuela, quien heredó de su padre la inevitable tentación de celebrar cada pequeña cosa de la vida con una comida y una reunión familiar en la que, como en la mesa de la familia sindh, había muchos platos e incluso, una botella de whisky del caminante.

    También me recuerda a mi mamá, que visita semanalmente a sus nietos desde la pantalla de un ordenador, y que, cuando puede, viaja a Lisboa, Nueva Delhi o Bogotá con sus maletas llenas de casabe (pan de mandioca de los indígenas), torontos (chocolates venezolanos) y los libros de narraciones indígenas de Ekaré. Como ella, hay muchas abuelas venezolanas cargadas de maletas en las que viajan pedazos de su cultura que quieren compartir. Mi madre no es la única, un grupo de WhatsApp de mujeres venezolanas que han dejado su país se llama “Las abuelas de la maleta”.

    Si un catálogo es reflejo de un editor, Las visitas de Nani, en su aparente exotismo, nos hace pensar en lo que hemos vivido y nos sirve de presentación. Es un libro que encaja en el catálogo y que a la vez muestra caminos posibles en los que sigue estando lo esencial. 

    Este año Ediciones Ekaré celebra cuarenta años. Dicen que a los cuarenta conservas mucho de esa frescura y osadía juvenil (que no debe perderse nunca), y a la vez tienes la madurez y experiencia para saber quién eres y qué es lo que te ha acompañado siempre. 

    Entiendo que la vida humana y la de las empresas y los sueños tienen tiempos diferentes, pero la analogía sirve para explicar cómo la aparente osadía editorial de publicar una obra como Las visitas de Nani, si se piensa en relación a un catálogo, se percibe como un acto consecuente, expresivo y auténtico, un acto casi íntimo.


    Imágenes de la exposición "Las visitas de Nani: un viaje al interior de un libro de viajes", de Karishma Chugani,
    en la librería Panta Rhei de Madrid (febrero de 2019
    )

    Karishma Chugani: Entrevista ilustrada

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    Karishma Chugani nació en Marruecos, en la ciudad de Casablanca y ha vivido en Londres, Madrid y París. En su faceta de artista y diseñadora pone especial atención en el uso de telas y papeles. Como narradora e ilustradora cuenta con varios libros propios publicados. Las visitas de Nani es su primer título publicado con Ekaré. En esta ocasión, compartimos con ustedes una entrevista ilustrada a Karishma. ¡Vean y disfruten!


    ¿Qué te inspira?



    ¿Qué te hace reír?



    ¿Cómo ves el futuro?




    ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?




    ¿Qué sueñas?



    ¿Ciudad o campo?



    ¿De dónde venimos?



    ¿Dónde vamos cuando morimos?



    ¿A qué le tienes miedo?



    ¿Qué no te comerías nunca? 



    El arte cuenta: un viaje con Noé León

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    Carolina Lesa Brown, especialista en LIJ, se desempeña en diversas áreas de la comunicación, la creación de contenidos y la edición para el sector editorial e instituciones vinculadas a la infancia. También, es docente y ha colaborado en diversas terapias que incorporan la literatura a tratamientos de niños con necesidades educativas especiales. Es autora del blog Cuando te presento el mundo, donde relata algunas de esas experiencias. En esta ocasión, comparte con nosotros su reseña sobre Un viaje con Noé León.

    Pensemos, por un momento, en ese libro capaz de suprimir el tiempo, en esa película con el poder de moldear el corazón, o en esa pintura que obliga a las lágrimas a migrar desde el fondo de nosotros mismos hasta la orilla de los ojos. ¿Podemos decir que hemos estado ahí, dentro de la escena? ¿Cuánto de realidad hay en ese espacio imaginado abierto por la obra? ¿Conmoverse es sinónimo de desplazamiento o tal vez una paradoja de estar sin estar?


    Leer Veo Veo. Un viaje con Noé León es cuestionarse la delicada línea entre lo real y la ficción. Las imágenes absorben al lector hasta hacerlo caminar por una maravillosa versión de las costas colombianas. La fuerza de la vida se dibuja en selvas tupidas, pueblos luminosos, colores intensos y una atmósfera inocente donde convive la gente de pueblo con la fauna más autóctona. Cada página, un cuadro; y en cada cuadro, los rasgos más pronunciados de la cultura colombiana se unen a un paisaje único, para crear caminos donde se topan la alegría y la esperanza.

    Un viaje con Noé León se sitúa del lado de la infancia. Desde ahí, propone una lectura donde cabe el juego, el arte, el aprendizaje y la diversión. Un pequeño texto recrea la sonoridad de la escena, luego surge la pregunta: Veo veo. ¿Qué ves? Y aparece una cantidad de elementos para buscar y encontrar:

    1 capitán de traje blanco
    2 pájaros de alas negras
    20 flores moradas… 


    De lo particular a lo general, del detalle al conjunto; el libro invita a recorrer por diferentes caminos la obra de uno de los artistas naíf más importantes de Latinoamérica. Las preguntas siguen: ¿qué estrecho vínculo existe entre los colores y los números? ¿Qué historias se cuentan en la imagen? ¿Cuántas cosas quedan por descubrir?



    En este álbum leer es compartir: con los demás, pues reúne todas las condiciones para una sorprendente lectura en grupo; y con uno mismo, porque sus imágenes permiten perderse para escuchar la propia voz.



    Noé León nació en 1907 en Ocaña. Heredero de Henri Rousseau, es el precursor del primitivismo colombiano y uno de los mayores representantes del arte naíf. Este nuevo libro de la colección Veo Veo propone acercar su obra a los niños y niñas, pero va más allá: cada página es un portal hacia una hermosa visión del mundo. Solo falta tomar el libro entre las manos y saltar hacia ella.



    Tan lejos, tan cerca: sobre cómo nació Veo, veo. ¿Qué ves?

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    La colección de libros de arte Veo, veo. ¿Qué ves? invita a explorar imaginarios que muchas veces se dan por sentado porque están en nuestro día a día, presentes y a la vista, pero no siempre se registran en libros de arte ni en los libros para niños y jóvenes. María Francisca Mayobre, editora y directora de Ekaré durante diecinueve años, nos cuenta el desarrollo de esta colección.

    La escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie en "El peligro de la historia única" (Random, 2018) nos cuenta acerca de su proceso creativo y de cómo descubrió su voz autoral:
    “(...) Cuando hacia los siete años empecé a escribir cuentos, que ilustraba con lápices de cera, escribía exactamente el mismo tipo de historias que leía: todos mis personajes eran blancos de ojos azules, jugaban en la nieve, comían manzanas, hablaban mucho del tiempo y de lo delicioso que era que saliera el sol. Ahora bien, eso sucedía a pesar de vivir en Nigeria y nunca había salido de allí. Nosotros no teníamos nieve, comíamos mangos y nunca hablábamos del tiempo porque no hacía falta. (...)Lo que esto demuestra, creo yo, es lo impresionables y vulnerables que somos ante una historia, sobre todo de niños. Como solo había leído libros con personajes extranjeros para mí, me había convencido de que los libros, por naturaleza, debían estar protagonizados por niños extranjeros y tratar de cosas con las que no podía identificarme. Todo cambió cuando descubrí los libros africanos.”
    Es curioso, o quizás no tanto, que estas palabras de la autora nigeriana me puedan sonar tan familiares, a mí que soy venezolana. Tan lejos, tan cerca: África-Nigeria y América Latina-Venezuela y Colombia. Las similitudes y diferencias entre estos países y continentes son a veces obvias, y a veces no tanto, pero no es el momento de ahondar en eso.

    Chimamanda Ngozi Adichie justo comenzaba a leer y a escribir precozmente en los años 80 al mismo tiempo que Ediciones Ekaré se constituía como editorial y comenzaba a publicar sus primeros libros. En la pujante Venezuela petrolera de las décadas de los 70 y 80 las mismas inquietudes que plantea la autora nigeriana en su conferencia fueron un motor para muchos proyectos culturales, entre ellos la línea editorial de Ediciones Ekaré. Mi hermana y yo tuvimos la suerte de crecer con libros de Ekaré y, por ende, desde niñas nuestras referencias textuales y visuales fueron, en cierta medida, venezolanas y latinoamericanas. Margarita, el rey y hasta Jesucristo eran imágenes cercanas y afines en medio de los versos modernistas de Rubén Darío, que desde Nicaragua proyectaba su voz a París.

    Los libros de la colección Narraciones Indígenas, con sus leyendas, zamuros, tepuyes, pemones y jaguares se inmortalizaron en los libros de Ekaré, se distribuyeron a nivel masivo primero en Venezuela y después en el resto de América y así pasaron a formar parte de nuestro imaginario. No hay discusión: estos libros, sus historias y sus imágenes han sido transmitidas de generación en generación y, hoy en día, forman parte de nuestro inconsciente colectivo como nación y como región. Se ha logrado una sólida transmisión cultural a partir de ellos y, sin duda, nos han permitido reconocernos en nuestras historias, contarlas y contar a partir de ellas una parte de lo que somos.

    Ya de "grande", trabajando como editora de Ediciones Ekaré, me tocó enfrentarme a una extraordinaria crisis en Venezuela, una situación que poco a poco fue mellando todas las áreas. La educación y la cultura no han estado exentas. La creciente conflictividad política y la avasalladora problemática socioeconómica fue corroyendo todo. El equipo de Ekaré del siglo XXI tuvo que hacerse cargo de la resistencia y convertirse en cancerbero de un legado cultural. La economía y la emigración masiva fueron los peores enemigos. Ekaré tuvo el don de la transformación para lograr convertir esas vicisitudes y contradicciones en fortalezas encarnadas en equipos editoriales en España y Chile, así como otros aliados incondicionales en otras ciudades del mundo. La solidez de un catálogo consistente, de gran calidad y con una voz auténtica, así como un equipo temerario y comprometido, lograron consolidar (y, por qué no, salvar) a Ekaré fuera de Venezuela.

    Mientras, desde Caracas, partía una nueva diáspora. Muchos de los escritores e ilustradores optaban por irse del país, otros quedaban sujetos a una precaria supervivencia económica que dificultaba e impedía el desarrollo de su trabajo y, más aún, la formación. Ekaré siguió realizando proyectos con aquellos que iban quedando y a la vez buscando nuevas ideas. Entonces, cerca de 2010, volcamos nuestra mirada hacia las artes plásticas.

    Primero fueron los libros de la colección Imágenes de mi ciudad, que nos abrieron todo un mundo de posibilidades e imaginarios a partir de las artes plásticas: los grabados de los cronistas, los pintores viajeros, los pintores del Círculo de Bellas Artes, los caricaturistas, los fotógrafos, los artistas renombrados de finales del siglo XX y los pintores naíf o primitivistas desconocidos. Luego, al editar el libro de Gego, Ana Palmero y yo constatamos que a partir de las imágenes de los artistas venezolanos había muchas historias que contar y mirar. Se nos había abierto un camino en torno a un imaginario muy diferente al del arte occidental que estamos tan acostumbrados a encontrar en los libros y las aulas como referencia.

    Más por probabilidad que por azar, nos topamos con Socorro Salinas. El trabajo de esta artista autodidacta nos cautivó de inmediato. Cuando la descubrimos ya había fallecido. Solo nos quedaba su obra para elaborar un proyecto.


    Queríamos publicar un libro para el catálogo de Ekaré, pero no sabíamos qué vuelta darle. Nos tomó mucho tiempo encontrar un camino. Sabíamos que trabajar con obras de arte supone un esfuerzo titánico: permisos, derechos, herederos, fotografías de alta calidad, acervos, altos costos y limitaciones inherentes a las características y uso de las obras. Felizmente, la obra de Socorro había sido debidamente cuidada, conservada y fotografiada por la directora del Museo de Arte Popular Bárbaro Rivas, Carmen Sofía Leoni, y por la Fundación Bigott, instituciones pilares de la conservación y desarrollo del arte popular en Venezuela. Ambos nos dieron todo su apoyo. Entusiasmados con el proyecto, nos ayudaron con mucho más de lo que hubiésemos soñado.

    Luego de muchas vueltas e intentos de consolidar un proyecto editorial, siempre obsesionadas con la mirada y la apreciación de las obras de forma profunda y lúdica, optamos por el juego del veo, veo. Esta aproximación nos facilitaba la excusa para exponer las obras en un libro. Veo, veo era el artificio que nos permitía desarrollar una curaduría coherente en torno a las obras y convertir el libro en un museo ambulante y accesible para muchos. También daba la oportunidad de que el lector-espectador pudiese asomarse a la obra desde su totalidad (tan lejos) hasta atisbar el más mínimo detalle (tan cerca).



    Los cuadros de Socorro se exhiben en el libro, desplegados a doble página, antecedidos por unos sencillos versos y pictogramas que nos anticipan lo que vamos a encontrar (o buscar) en las obras. En cada una de esas imágenes también nos encontramos con nosotros mismos, con lo que somos y lo que nos rodea; o en su defecto, reconocemos al otro, viajamos por un país llamado Venezuela descubriendo nuevos imaginarios donde habitan el mesonero guapachoso, los enamorados, la guapetona, la sifrina, el chamito y el cara e’ tabla.

    Veo, Veo. El arte de Socorro Salinastuvo una gran acogida en Venezuela, y sorpresivamente para la editorial, también en España. De lo global a lo local, una vez más nos asombraba. Cuando presentamos el libro en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara la reacción de muchos fue inesperada y sobrecogedora. Todos aquellos que se fascinaban por el libro tenían su propio referente. Todos querían tener su propio Veo, Veo local con su artista entrañable y preferido, y de referentes propios. Han sido muchos los artistas de diversos países que se nos han descubierto a partir de Socorro Salinas. Las dificultades de poder acceder, reunir y reproducir las obras son inmensas. En América Latina muchos de los acervos de artistas plásticos, más aún de pintores populares, todavía deben ser conservados, ordenados y clasificados debidamente. Es una suerte poder reproducir la obra de alguno de estos artistas.

    El azar nos llevó a que Catalina Holguín nos contara acerca de varios pintores primitivistas de Colombia. Noe León fue uno de ellos. Investigamos acerca de él y nos dejó absolutamente fascinadas.


    La suerte estuvo nuevamente de nuestro lado y nos abrió el camino a su obra. El Banco de la República de Colombiaacababa de hacer una imprevista adquisición de la obra de este pintor, así como un importantísimo trabajo de conservaduría, catalogación y registro. Angela María Pérez, Sigrid Castañeda y el equipo del Banco nos facilitaron el camino al libro, y fueron mucho más allá de lo que nos imaginamos. Su ayuda fue inconmensurable. Las obras del pintor Noe León estuvieron listas para una curaduría en papel en torno a un viaje por Barranquilla y Colombia. Un nuevo Veo, Veo para descubrir de lejos y a cabalidad paisajes insondables, los hombres y mujeres que somos retratados con cariño y asertividad y de cerca miles de detalles casi imperceptibles como las cucharas de palo, los mangos, las piñas y las iguanas que conforman nuestra región e identidad.



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